El tratamiento para recuperar la flora intestinal consiste en dieta con alimentos que favorezcan la constitución de la microbiota intestinal, además de productos probióticos y prebióticosque desempeñan un papel importante en el restablecimiento de la flora intestinal, promoviendo el equilibrio de los microorganismos que habitan el intestino.
La alimentación para recuperar la flora intestinal debe ser individualizada, de acuerdo con la causa del problema.
En general, se debe priorizar el consumo de grandes cantidades de zanahoria cruda, coliflor, repollo, cebolla, harina de plátano, arroz integral, ajo, frutas, castañas y leguminosas (frijoles, guisantes, lentejas, garbanzos ).
Carnes rojas, leche y derivados, colorantes, conservantes, alimentos grasos, huevos, soja, embutidos, azúcar blanco y alimentos procesados deben evitarse.
Dependiendo de la causa de la alteración de la flora intestinal y la gravedad del problema, los frutos del mar y los alimentos con gluten también deben quedar fuera de la dieta.
Los productos probióticos son aquellos que contienen microorganismos vivos (Lactobacillus, Bifidobacterium, Enterococcus, Streptococcus) que mejoran la flora intestinal, tales como leches fermentadas y algunos yogures.
Los probióticos inhiben la colonización intestinal por bacterias que causan enfermedades. Los productos con probióticos ayudan a disminuir los gases, mejoran el funcionamiento del intestino y combaten casos de diarrea.
Ya los prebióticos contienen ingredientes alimentarios que no se digieren y estimulan el crecimiento de ciertas bacterias intestinales. Estos productos contienen carbohidratos complejos resistentes a los jugos digestivos y que llegan por ello intactos al intestino, donde son fermentados por ciertas bacterias.
De esta forma, los prebióticos alteran favorablemente la composición de la flora intestinal, mejorando así el tránsito intestinal y previniendo la diarrea y el estreñimiento.
Las alteraciones de la flora intestinal pueden tener como causa diversas situaciones, como el uso de antibióticos, el uso de laxantes, infecciones, estrés, dieta inadecuada, intestino preso, entre otras. Los síntomas pueden incluir cambios en el ritmo intestinal, gases, irritabilidad y fatiga.
El tratamiento debe ser orientado por un médico gastroenterólogo.
