hacer tatuaje durante el embarazo o la lactancia puede hacer mal a la madre y al bebé, por lo que se recomienda que la madre haga el tatuaje sólo cuando deje de amamantar.
Durante el embarazo, la piel de la mujer queda más estirada, lo que puede cambiar el aspecto del tatuaje cuando la piel vuelve a la normalidad o aún provoca estrías en el dibujo, requiriendo retoques posteriores.
La inmunidad de la mujer es más baja durante la gestación, lo que aumenta el riesgo de infecciones y complicaciones en el sitio del tatuaje.
El uso de material no esterilizado o no desechable aumenta el riesgo de contaminación por los virus VIH y hepatitis B y C, que pueden infectar el feto durante el embarazo o el bebé durante la lactancia.
Algunos pigmentos del tatuaje pueden tener efectos carcinogénicos y provocar cáncer de piel.
Para mayor información, la mujer puede conversar con el dermatólogo, el médico de familia o el ginecólogo.
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