La altura de una persona depende de su herencia genética, pero puede sufrir interferencia de otros factores que impiden el crecimiento adecuado.
Algunos trastornos que pueden interferir en el crecimiento son:
- enfermedades crónicas, como asma, insuficiencia renal y hepática,
- las enfermedades óseas,
- la desnutrición,
- enfermedades endocrinológicas, como deficiencia de la hormona del crecimiento (GH), hipotiroidismo, diabetes y enfermedad de Cushing,
- síndromes genéticos, como el síndrome de Turner y Prader-Willi.
La altura final que una persona puede alcanzar depende de sus características genéticas, que son heredadas de los padres. Sin embargo, no siempre hijos de padres de estatura elevada serán altos, pues factores ambientales y socioeconómicos, como la desnutrición proteico-calórica (deficiencia de proteínas y calorías), pueden interferir negativamente en el crecimiento, haciendo que los niños que tengan una carga genética favorables para alcanzar una estatura elevada, no puedan alcanzarla, a causa de la falta de alimentos. En el otro extremo, aunque sea menos frecuente, padres con estatura baja pueden tener hijos con estatura elevada, siempre que estos hijos tengan condiciones socioeconómicas favorables, que permitan una nutrición adecuada y el acceso a la atención de salud durante la infancia que previenen enfermedades crónicas como diarreas o asma, permitiendo que estos niños alcancen el máximo de su potencial de crecimiento.
El pediatra y el endocrinólogo son los médicos indicados para evaluar los trastornos del crecimiento.
