El principal síntoma de un infarto fulminante es la fuerte dolor de pecho. Sin embargo, no todas las personas que sufren un ataque al corazón sienten dolor. Por eso es necesario tener atención a otros signos y síntomas, como falta de aire, molestias en el pecho al hacer esfuerzos físicos o en situaciones de estrés emocional, cansancio, dolor en la barbilla, en el cuello o en la espalda.
El dolor en el pecho puede irradiar al brazo izquierdo, mandíbula o cuello y la persona puede comenzar a transpirar. En los infartos fulminantes, la presión arterial del individuo cae rápidamente y pronto pierde la conciencia.
Los principales factores de riesgo para tener un infarto fulminante incluyen factores genéticos, tabaquismo, sedentarismo, exceso de peso, hipertensión arterial, diabetes, colesterol alto y estrés.
El infarto fulminante es provocado por la obstrucción de una arteria que riega el corazón. La obstrucción del vaso sanguíneo puede ocurrir debido a la acumulación de grasa en la pared de la arteria o coágulos. Como consecuencia, el flujo de sangre es interrumpido y la parte del músculo cardíaco que deja de recibir sangre muere.
Alrededor de la mitad de las personas que sufren un infarto fulminante no llegan a ser atendidas a tiempo. El término "infarto fulminante" se refiere justamente a los ataques al corazón que provocan la muerte de la persona antes de que pueda recibir atención o llegar al hospital.
De ahí la importancia en observar la presencia de cualquier síntoma que pueda identificar y tratar la enfermedad cardiaca antes del infarto, sobre todo dolor o incomodidad en el pecho durante actividades físicas, aunque poco exigentes, como subir algunos peldaños, por ejemplo.
Cuanto antes la persona recibe atención, mayores son las posibilidades de salvar la vida y menores serán los riesgos de secuelas.
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